sábado, 18 de octubre de 2008

OTRO FIN DE SEMANA

Gente que es fin de semana, echemosle salsa a la vida.

¡Alegría!

Vamos a echar unas risas...

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"Un día, Fernando fue a casa del señor cura de Amezqueta, que era amigo suyo y le convidaba a comer con frecuencia. Al entrar en la casa husmeó en la cocina y vio que el ama estaba limpiando dos truchas: una, hermosa, de cuatro libras lo menos, y la otra, pequeñita, que apenas tenía carne. Pasó Fernando a ver al señor cura, y este, según su costumbre, le convidó a comer. Se sentaron a la mesa el señor cura y Fernando. Sacaron dos sopas, y Fernando comió de las dos; luego sacaron el cocido; después, una fuente de berzas con morcilla, y, al llegar al principio, Fernando se encontró con que, en vez de poner la trucha grande, la condenada del ama había puesto la pequeña, que no tenía más que raspa.
- ¡Hombre, trucha! - exclamó Fernando-. Le voy a hacer una pregunta.
- ¿Qué le vas a preguntar? -dijo el cura, riendo, en espera de un chiste.
- Le voy a preguntar a ver si por los demás peces que ha conocido se ha enterado algo de cómo están mis parientes al otro lado del mar, allí en América. Porque estas truchas saben mucho.
- Hombre, sí, pregúntale.
Cogió Fernando la fuente en donde estaba la trucha y se la puso delante; luego acercó el oído muy serio y escuchó.
- Qué, ¿contesta algo? -dijo burlonamente el ama del cura.
- Sí, ya va contestando, ya va contestando.
- ¿Y qué dice? ¿Qué dice? -preguntó el cura.
- Pues dice -contestó Fernando- que es muy pequeña; pero que ahí, en esa despensa, hay guardada una trucha muy grande, y que ella debe de saber mejores noticias de mis parientes."

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Este fragmento es de la movela "Zalacaín el aventurero" de Pío Baroja. En los próximos días os deleitaré con más historias de Fernando de Amezqueta, todo un personaje...

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